martes, 19 de abril de 2011

Søren Kierkegaard



Vida

Primeros años (1813–1841)

Søren Kierkegaard nació en una acaudalada familia de Copenhague. Su padre, Michael Pedersen Kierkegaard, era un hombre muy religioso. Estaba convencido de que se había ganado la ira de Dios, y por ello creía que ninguno de sus hijos viviría más allá de la edad de Jesucristo, 33 años. Pensaba que sus pecados, tales como maldecir el nombre de Dios en su juventud y posiblemente embarazar a la madre de Kierkegaard fuera del matrimonio, eran merecedores de ese castigo. Aunque muchos de sus siete hijos fallecieron jóvenes, su predicción se demostró errónea al superar dos de ellos dicha edad. En esa temprana introducción a la noción de pecado, y en la relación entre padre e hijo, radican los fundamentos de gran parte de los trabajos de Kierkegaard (particularmente de Temor y temblor). La madre de Kierkegaard, Anne Sørensdatter Lund Kierkegaard, no es mencionada directamente en sus libros, aunque también ejerció influencia sobre sus obras más tardías. A pesar de que la melancolía religiosa ocasionalmente afectaba a su padre, Kierkegaard y él estaban estrechamente unidos. Kierkegaard aprendió a explorar el reino de su imaginación mediante una serie de ejercicios y juegos que ambos practicaban juntos.
El padre de Kierkegaard murió el 9 de agosto de 1838, a la edad de 82 años. Antes de su fallecimiento, le pidió a Søren que se hiciera pastor. La vida religiosa de su padre había influido profundamente en Søren, y se sintió obligado a cumplir su deseo. Dos días después, el 11 de agosto, Kierkegaard escribió: «Mi padre murió el miércoles.6 Había deseado mucho que viviera unos pocos años más y veo su muerte como el último de los sacrificios que hizo por mí; ...murió por mí con el fin de que, de ser posible, pueda convertirme todavía en algo. De todo lo que he heredado de él, su recuerdo, su transfigurado retrato... es lo más preciado para mí, y tendré mucho cuidado de preservar su memoria escondida a salvo del mundo».7
Kierkegaard asistió a la "Escuela de Virtud Cívica", sobresaliendo en latín e historia. Continuó estudiando teología en la Universidad de Copenhague, pero estando allí se inclinó más hacia la filosofía y la literatura. En la universidad, Kierkegaard escribió su disertación, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, la cual fue considerada por los expertos de la universidad como un trabajo notable y bien pensado, aunque mencionaron que se excedía ligeramente en lo literario para ser una tesis filosófica.8 Kierkegaard se graduó el 20 de octubre de 1841 con un Magistri Artium, que hoy en día correspondería a un PhD. Con la herencia familiar Kierkegaard pudo financiar su educación, sus gastos y varias publicaciones de sus primeras obras.



Regine Olsen (1837–1841) la musa de su inspiración


Otro importante aspecto de la vida de Kierkegaard (quizá el que mayor influencia ejerció en su obra) fue la ruptura de su compromiso con Regine Olsen(1822—1904). Kierkegaard conoció a Regine el 8 de mayo de 1837 y se sintió inmediatamente atraído por ella, igual que ella por él. En sus DiariosKierkegaard escribió acerca de su amor por Regine:
Vos soberana de mi corazón guardada cual tesoro en lo más profundo de mi pecho, en la completitud de mi pensamiento, allí... ¡desconocida divinidad! Oh, puedo realmente creer los relatos del poeta, que cuando uno ve por primera vez el objeto de su amor, imagina que lo ha visto hace mucho tiempo, que todo amor, como todo conocimiento, es reminiscencia, que el amor también tiene sus profecías en el individuo. ... creo que habría de poseer la belleza de todas las chicas para poder dibujar una belleza igual a la tuya; que habría de navegar alrededor del mundo entero para poder encontrar el lugar que me falta y hacia el que apunta el más profundo misterio de mi completo ser, y al momento siguiente estás tan cerca de mí, llenando mi espíritu tan poderosamente que me glorifico y siento que es bueno estar aquí.7
El 8 de septiembre de 1840 Kierkegaard se declaró formalmente a Regine. Sin embargo, pronto se sintió desilusionado y receloso con respecto al matrimonio. Menos de un año después de haber propuesto el enlace, lo rompió, el 11 de agosto de 1841. En sus Diarios Kierkegaard menciona la creencia de que su "melancolía" le hace inválido para el matrimonio, pero el motivo concreto de su ruptura sigue sin estar claro. En general se cree que los dos estaban profundamente enamorados, quizás incluso después de que ella se casara con Johan Frederik Schlegel (1817—1896), un prominente funcionario (no debe ser confundido con el filósofo alemán Friedrich von Schlegel). En general su contacto se limitó a encuentros casuales en las calles de Copenhague. Sin embargo, algunos años después Kierkegaard llegó a pedir al marido de Regine permiso para hablar con ella, pero Schlegel se lo negó. Regine, que lo amó mucho, quedó resentida con él para siempre por la incomprensible ruptura.
Poco después la pareja abandonó el país, tras haberse producido el nombramiento de Schlegel como gobernador de las Indias Occidentales Danesas. Para cuando Regine volvió, Kierkegaard había muerto. Regine Schlegel vivió hasta 1904 y tras su muerte fue enterrada cerca de Kierkegaard en el Assitens Cemetery de Copenhague.

Primeras obras (1841–1846)

Kierkegaard escribió en sus días de juventud y universidad algunos artículos sobre política, mujeres y entretenimiento, pero muchos académicos consideran que la primera obra notable del autor es, o bien su tesis universitaria, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, presentada en 1841, o su obra maestra, O lo uno o lo otro, publicada en 1843. En cualquier caso, ambas criticaron a importantes figuras del pensamiento filosófico occidental (a Sócrates y a Hegel, respectivamente), exhibieron el estilo de escribir único de Kierkegaard y mostraron madurez con respecto a las obras iniciales. O lo uno o lo otro fue escrita principalmente durante la estancia de Kierkegaard en Berlín y acabada en el otoño de 1842.

En el mismo año de 1841, Kierkegaard descubrió que Regine se había prometido con Johan Frederik Schlegel. Ello le afectó profundamente a él y a sus siguientes obras. De una parte de Temor y temblor, publicado a finales de 1843, puede interpretarse que 'Kierkegaard espera que mediante un acto divino Regine vuelva a él'.10 Repetición, publicada el mismo día que Temor y temblor, trata acerca de un joven caballero que deja a su amada. Varios otros trabajos de ese período contienen matices semejantes, relacionados con su situación personal.
Otras obras importantes de esta época se centran en la crítica de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y conforman una base para lapsicología existencial. Migajas filosóficas, El concepto de la angustia y Etapas del camino de la vida tratan acerca de los pensamientos y sentimientos a los que un individuo puede enfrentarse en la vida. Quizá el más audaz ataque al hegelianismo se da en Apostilla conclusiva no científica a las "Migajas filosóficas" en el que discute la importancia de la subjetividad individual como verdad y contesta a la afirmación hegeliana de que "Todo lo racional es real y todo lo real es racional".11
La mayoría de obras de este período fueron de naturaleza filosófica y se escribieron bajo seudónimos y de modo indirecto, representando varios puntos de vista y modos de vida. En cualquier caso, Kierkegaard también publicó discursos teológicos escritos bajo su propio nombre.12 Kierkegaard escribió estos discursos para clarificar aspectos filosóficos de las obras escritas bajo seudónimos, para discutir aspectos teológicos de éstas, y para edificar al lector.13

Pensamiento


Kierkegaard ha sido considerado filósofo, teólogo,19 padre del existencialismo, crítico literario,15 humorista,20 psicólogo21 y poeta.22 Dos de sus ideas más conocidas son la «subjetividad»23 y el «salto de fe».24 El salto de fe es su concepción de cómo un individuo cree en Dios, o cómo una persona actúa en el amor. No es una decisión racional, ya que trasciende la racionalidad en favor de algo más extraordinario: la fe. Además consideraba que tener fe era al mismo tiempo tener dudas. Así, por ejemplo, para tener verdadera fe en Dios, uno también tendría que dudar de su existencía; la duda es la parte racional del pensamiento de la persona, sin ella la fe no tendría una sustancia real. La duda es un elemento esencial de la fe, un fundamento. Dicho de otro modo, creer o tener fe en que Dios existe sin haber dudado nunca de tal existencia no sería una fe que mereciera la pena tener. Por ejemplo, no requiere fe el creer que un lápiz o una mesa existen, puesto que uno los puede ver y tocar. Del mismo modo, creer o tener fe en Dios es saber que no hay un acceso perceptual ni de ningún otro tipo a él, y aún así tener fe.25
Kierkegaard también resaltó la importancia del yo, así como la relación entre el yo y el mundo, fundamentado en la reflexión y la introspección del yo. Argumentó en Apostilla conclusiva no científica a las "Migajas filosóficas" que "subjetividad es verdad" y "verdad es subjetividad". Esto tiene que ver con la distinción entre lo que es objetivamente cierto y la relación subjetiva de un individuo (como la indiferencia o el compromiso) con esa verdad. La gente que en algún sentido cree las mismas cosas, puede tener relaciones bastante distintas con esas creencias. Dos individuos pueden creer que hay mucha gente pobre que necesita ayuda, pero puede que este conocimiento sólo lleve a uno de ellos a ayudar a los pobres.
En cualquier caso, Kierkegaard discute principalmente la subjetividad en relación con los asuntos religiosos. Como ya se ha mencionado, argumenta que la duda es un elemento de la fe y que es imposible conseguir ninguna certeza objetiva acerca de doctrinas religiosas tales como la existencia de Dios o la vida de Jesucristo. Lo máximo que uno puede esperar sería la conclusión de que es probable que las doctrinas religiosas sean ciertas, pero si una persona creyera estas doctrinas sólo en el grado en que es probable que sean ciertas, él o ella en absoluto sería verdaderamente religioso. La fe consiste en la relación subjetiva de total compromiso con tales dotrinas.

Críticas

Dos de los críticos de Kierkegaard más conocidos del siglo XX son Theodor Adorno y Emmanuel Lévinas. Filósofos ateos como Jean-Paul Sartre y agnósticos como Martin Heideggerapoyaron en términos generales los puntos de vista de Kierkegaard, aunque criticaron y rechazaron sus opiniones religiosas.34 35
La interpretación que hace Adorno de la filosofía de Kierkegaard no ha sido fiel a las intenciones del filósofo. Un crítico de Adorno dice que su libro Kierkegaard: Construcción de la estética es "el libro más irresponsable nunca escrito sobre Kierkegaard", porque Adorno toma los seudónimos de Kierkegaard literalmente y construye una filosofía entera sobre el autor que le hace parecer incoherente e ininteligible. Esto es como confundir William Shakespeare con Otelo y Dostoyevski con Raskolnikov.36 Otro crítico dice que "Adorno se encuentra lejos de las traducciones e interpretaciones más creíbles que tenemos hoy en día de las obras de Kierkegaard".29
El ataque principal de Levinas a Kierkegaard se centra en sus etapas éticas y religiosas, especialmente en Temor y temblor. Levinas critica el "salto de fe" diciendo que esta suspensión de lo ético y salto a lo religioso es un tipo de violencia.
La violencia kierkegaardiana empieza cuando la existencia es forzada a abandonar la fase ética para embarcar en la religiosa, el dominio de la creencia. La creencia ya no busca justificación externa. Incluso internamente, combina comunicación y aislamiento, y, por tanto, violencia y pasión. Este es el origen de la relegación del fenómeno ético a un segundo nivel y el desprecio del fundamento ético del ser humano, que ha llevado, por medio de Nietzsche, a la amoralidad de las filosofías recientes.
Emmanuel Levinas, Existence and Ethics, (1963)37
Levinas señala a la creencia cristiana de que fue Dios quien primero mandó a Abraham sacrificar a Isaac y que fue un ángel el que le dijo que parase. Si Abraham hubiera estado realmente en el dominio de lo religioso, no habría escuchado al ángel y debería haber matado a Isaac. La "ética trascendente" parece una treta para excusar a los que serían asesinos de sus crímenes y ello es inaceptable.38
En lo referente al punto de vista religioso de Kierkegaard, Sartre ofrece el siguiente argumento contra la existencia de Dios: Si la existencia precede a la esencia, se deduce del significado del término "sensible" que un ser sensible no puede ser completo o perfecto. En El ser y la nada la expresión de Sartre es que Dios sería un pour-soi (un ser por sí mismo; una consciencia), cuando es también un en-soi (un ser en sí mismo; una cosa), lo cual es una contradicción en los términos.
Sartre coincide con el análisis de Kierkegaard según el cual Abraham experimenta ansiedad (Sartre la llama angustia), pero no está de acuerdo con el hecho de que fuera Dios el que le dijo que matara a Isaac. En Existencialismo es humanismo dice:
El hombre que miente para excusarse, diciendo "Todo el mundo no lo hará" debe tener la conciencia intranquila, pues el acto de mentir implica el valor universal que niega. Por su disfraz su angustia se revela a sí misma. Esta es la angustia que Kierkegaard llama "la angustia de Abraham". Usted ya conoce la historia: Un ángel mandó a Abraham que sacrificase a su hijo; la obeciencia era obligada, si realmente era un ángel quien apareció y dijo, "Tú, Abraham, debes sacrificar a tu hijo." Pero cualquiera en este caso se habría preguntado, primero, si era realmente un ángel y, segundo, si uno mismo es realmente Abraham. ¿Dónde están las pruebas? Cierta mujer loca que sufría dealucinaciones decía que había gente que la llamaba y le daba órdenes. El doctor le preguntó: "¿Pero quién es esa persona que le llama?" Y ella dijo: "Dice que es Dios." Y, de hecho, ¿qué podía demostrarle a ella que era Dios? Si se me aparece un ángel, ¿cuál es la prueba de que es un ángel?; o, si oigo voces, ¿quién puede probar que proceden del cielo y no del infierno, o de mi propio subconsciente, o alguna patología? ¿Quién puede probar que realmente se dirigen a mí?
En opinión de Kierkegaard, la certeza de Abraham tenía su origen en esa 'voz interior' que no puede ser mostrada a otra persona ("El problema aparece tan pronto como Abraham quiere ser entendido"). Para Kierkegaard, toda "prueba" externa o justificación está simplemente fuera del sujeto. La prueba de Kierkegaard de la inmortalidad del alma, por ejemplo, radica en el hecho de que uno desee vivir para siempre.

Voltaire


Biografía


Busto de Voltaire, 1778, por Jean-Antoine Houdon (1741-1828).
François-Marie Arouet fue el último de los cinco hijos del notario François Arouet (1650  1 de enero de 1722) y de Marie Marguerite d'Aumary (1660  13 de julio de 1701), miembro de una familia noble de la provincia de Poitou-Charentes y que murió cuando él tenía siete años de edad. Estudió en el colegio jesuita Louis-le-Grand (17041711) durante los últimos años del reinado de Luis XIV, en el que aprendió latín ygriego. En el colegio trabó amistad con los hermanos René-Louis y Marc-Pierre Anderson, futuros ministros del rey Luis XV.
Alrededor de 1706 Voltaire escribió la tragedia Amulius y Numitor, de la que se encontraron más tarde algunos fragmentos que se publicaron en el siglo XIX. Entre 1711 y 1713 estudió Derecho. Su padrino, el Abad de Châteauneuf, lo introdujo en una sociedad libertina, la Sociedad del Temple, y para esa época recibió una herencia de Ninon de Lenclos.
En 1713 obtuvo el cargo de secretario de la embajada francesa en La Haya, trabajo del que fue expulsado debido a un idilio con una refugiada francesa llamada Catherine Olympe Dunoyer. Durante esa época empezó a escribir su tragedia Edipo (que no se publicó hasta 1718). A la muerte de Luis XIV en 1715, el Duque de Orleáns asumió la regencia y el joven Arouet escribió una sátira contra el mismo Duque que le valió la reclusión por un año en la Bastilla (1717), tiempo que dedicó a estudiar literatura. Una vez liberado, fue desterrado a Châtenay, donde adoptó el seudónimo de Voltaire.
En 1718 su tragedia Edipo y en 1723 su epopeya La Henriade, dedicada al rey Enrique IV, tuvieron un gran éxito. Sin embargo, como producto de una disputa con el noble De Rohan, fue encarcelado de nuevo en la Bastilla y al cabo de cinco meses, fue liberado y desterrado a Gran Bretaña (17261729). Se instaló en Londres y allí Voltaire recibió una influencia determinante en la orientación de su pensamiento. Cuando regresó a Francia en 1728, Voltaire difundió sus ideas políticas, el pensamiento del científico Isaac Newton y del filósofo John Locke.
En 1731 escribió la Historia de Carlos XII, obra en la que esbozó los problemas y tópicos que, más tarde, aparecieron en su famosa obraCartas filosóficas, publicada en 1734, donde defendió la tolerancia religiosa y la libertad ideológica, tomando como modelo la permisividad inglesa y acusando al cristianismo de ser la raíz de todo fanatismo dogmático. Por este motivo, en el mes de mayo se ordenó su detención y Voltaire se refugió en el castillo de Émilie du Châtelet, mujer con la que establecerá una larga relación amorosa y con la que trabajará en su obra La filosofía de Newton.
En esta misma época, tras el éxito de su tragedia Zaire (1734) escribió Adélaïde du Guesclin (1734), La muerte de César (1735), Alzira o los americanos (1736), Mahoma o el fanatismo(1741). También escribió El hijo pródigo (1736) y Nanine o el prejuicio vencido (1749), que tuvieron menos éxito que los anteriores.
En 1742 su Mahoma o el fanatismo es prohibida y un año después publica Mérope. Por esta época, Voltaire viajó a Berlín, donde fue nombrado académico, historiógrafo y Caballero de la Cámara real. Cuando murió Madame de Châtelet en 1749, Voltaire volvió a Berlín invitado por Federico II el Grande, llegando a alojarse como invitado en el Palacio de Sanssouci para participar en las tertulias a las que era muy aficionado el monarca. Durante aquella época escribió El siglo de Luis XIV (1751) y continuó, con Micromegas (1752), la serie de sus cuentos iniciada con Zadig (1748). Debido a algunas disputas con Federico II se le expulsó nuevamente de Alemania y, debido a la negativa de Francia de aceptar su residencia, Voltaire se refugió en Ginebra, Suiza, lugar en el que chocó con la mentalidad calvinista. Su afición al teatro y el capítulo dedicado a Miguel Servet en su Ensayo sobre las costumbres (1756) escandalizaron a los ginebrinos.
Su poema sobre Juana de Arco, la doncella (1755), y su colaboración en la Enciclopedia chocaron con el partido de los católicos. Fruto de esta época fueron el Poema sobre el desastre de Lisboa (1756) y la novela corta Cándido o el optimismo (1759), que fue inmediatamente condenada en Ginebra por sus irónicas críticas a la filosofía leibnitziana y su sátira contra clérigos, nobles, reyes y militares.
Se instaló en la propiedad de Ferney, donde vivió durante dieciocho años, recibió a la élite de los principales países de Europa, representó sus tragedias (Tancredo, 1760), mantuvo una copiosa correspondencia y multiplicó los escritos polémicos y subversivos para combatir el fanatismo clerical.
Cuatro años después redactó el Tratado sobre la tolerancia, y en 1764 su Diccionario filosófico. Desde entonces, siendo ya Voltaire un personaje famoso e influyente en la vida pública, intervino en distintos casos judiciales, como el caso Calas y el de La Barre, que estaba acusado de impiedad, defendiendo la tolerancia y la libertad frente a todo dogmatismo y fanatismo.
En 1778 Voltaire volvió a París. Se le acogió con entusiasmo y murió el 30 de mayo de ese mismo año, a la edad de 83 años. En 1791, sus restos fueron trasladados al Panteón.

Obra

Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos literarios y sobre todo filosóficos. Voltaire no ve oposición entre una sociedad alienante y un individuo oprimido, idea defendida por Jean-Jacques Rousseau, sino que cree en un sentimiento universal e innato de la justicia, que tiene que reflejarse en las leyes de todas las sociedades. La vida en común exige una convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno. El instinto y la razón del individuo le lleva a respetar y promover tal pacto. El propósito de la moral es enseñarnos los principios de esta convivencia fructífera. La labor del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante la ciencia y la técnica, y embellecer su vida gracias a las artes. Como se ve, su filosofía práctica prescinde de Dios, aunque Voltaire no es ateo: como el reloj supone el relojero, el universo implica la existencia de un «eterno geómetra» (Voltaire es deísta).
Sin embargo, no cree en la intervención divina en los asuntos humanos y denuncia el providencialismo en su cuento filosófico Cándido o el optimismo (1759). Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica, símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se empeña en luchar contra los errores judiciales y en ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos.
Voltaire ha pasado a la Historia por acuñar el concepto de tolerancia religiosa. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y la superstición y siempre defendió la convivencia pacífica entre personas de distintas creencias y religiones.
Sus escritos siempre se caracterizaron por la llaneza del lenguaje, huyendo de cualquier tipo de grandilocuencia. Maestro de la ironía, la utilizó siempre para defenderse de sus enemigos, de los que en ocasiones hacía burla demostrando en todo momento un finísimo sentido del humor. Conocidas son sus discrepancias con Montesquieu acerca del derecho de los pueblos a la guerra, y el despiadado modo que tenía de referirse a Rousseau, achacándole sensiblería e hipocresía.

Su moral

No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.
Cita apócrifa de Voltaire.
Voltaire defendió la tolerancia. Esta célebre frase, que se le atribuye erradamente, pretende resumir su postura sobre este asunto.1
En el pensamiento del filósofo inglés John Locke, Voltaire encuentra una doctrina que se adapta perfectamente a su ideal positivo y utilitario. Locke aparece como el defensor delliberalismo, afirmando que el pacto social no suprime los derechos naturales del individuo. En resumen, sólo aprendemos de la experiencia; todo lo que la supera sólo es hipótesis; el campo de alguien coincide con el de lo útil y de lo comprobable.
Voltaire saca de esta doctrina la línea directriz de su moral: la labor del hombre es tomar en su mano su propio destino, mejorar su condición, garantizar, embellecer su vida con la ciencia, la industria, las artes y por una buena política de las sociedades. Así la vida no sería posible sin una convención donde cada uno encuentra su parte. A pesar de que se expresan por leyes particulares en cada país, la justicia, que asegura esta convención, es universal. Todos los hombres son capaces de concebir la idea, primero porque todos son seres más o menos razonables, luego porque son todos capaces de comprender qué es lo inútil y útil a cada uno. La virtud, «comercio de beneficios», es dictada a la vez por el sentimiento y por el interés. El papel de la moral, según Voltaire, es enseñarnos los principios de esta «política» y acostumbrarnos a respetarlos.